
24 meses después de haberme inscrito, por fin llegó el 17 de octubre de 2021. Ese día no solo corrí por primera vez 42,195 kilómetros. Corrí los 42,195 kilómetros de la Maratón de París. Me tomó 5 horas, 5 minutos y 38 segundos terminarla (07:15 min/km). Cada segundo valió la pena.
Esta edición de la carrera fue especial. En el 2020 el evento se anuló a raíz de la crisis sanitaria desencadenada por el coronavirus. Por lo tanto, el 17 de octubre se llevó a cabo una muy esperada doble edición de la competición.
Esta experiencia me dejó 9 grandes lecciones. Antes de profundizar en ellas (II), quiero contarle un poco sobre el recorrido (I).
I. EL RECORRIDO
El recorrido de esta maratón en particular es épico. Los sitios más importantes de París hacen parte de él. Todo comienza en la avenida catalogada como “la más hermosa del mundo”: los Campos Elíseos (en francés, les Champs-Élysées). Después siguen lugares como la Plaza de la Concordia (donde se sitúa el famoso Obelisco de Luxor), la Plaza Vendôme (considerada como una de las plazas “más lujosas” del mundo), el Palacio Garnier (sede de la Ópera de París) y la Torre Eiffel (símbolo francés por excelencia).

Este año hizo un muy buen clima. El día estuvo soleado. En ciertos tramos del recorrido me sentí más cómoda con gafas de sol. Esto fue una gran ventaja, pues en esta época del año ya estamos oficialmente en otoño. La temperatura estuvo entre los 15° y 18° grados centígrados. Nada mal para ejercitarse bajo el sol durante más de 5 horas.
Muchas personas asistieron. Algunas a acompañar a sus seres queridos. Otras por pura curiosidad. Mientras corría veía carteles de “Feliz cumpleaños, papá”, “Estamos orgullosos de ti, abuelo”, “Vamos, vamos, vamos”, “Presiona aquí para avanzar más rápido”… en fin. Vi personas de todas las edades: niños, adultos y ancianos. Hasta los bomberos de la ciudad animaron el recorrido. Recuerdo que en un tramo en específico vi su camión a un lado de la calle. Cuatro de ellos estaban dentro de la canasta, al final de la escalera. Uno de ellos, en particular, nos animó a no desistir usando un megáfono. Tampoco faltó uno que otro peatón que disfrutó aplaudir y gritar palabras de aliento. Todo esto me agradó mucho. Recibir la energía positiva de gente desconocida en medio de una prueba física tan exigente como esta, en donde en principio se cree que se va a “estar solo”, realmente marcó una diferencia en mi estado de ánimo. Por esta razón casi nunca escucho música cuando participo en una carrera (algo que para mí sí es indispensable durante mis entrenamientos semanales).
Me impactó positivamente el correr al lado de participantes con discapacidades. Dos casos llamaron mi atención. Por un lado, vi a una señora con discapacidad física que participó en la Maratón siendo cargada en una especie de coche que era jalado por 4 hombres. Otros 3 hombres le abrían paso entre la muchedumbre y, pienso yo, se rotaban con los que la cargaban para que ella pudiese finalizar los 42 kilómetros. Por otro lado, vi a un señor con discapacidades visuales (en francés, un malvoyant) corriendo guiado por otro hombre. Ambos estaban unidos por un cordón verde fosforescente que estaba atado a sus chalecos. Estas dos escenas me conmovieron y me hicieron consciente de lo afortunada que soy de poder desplazarme a mi antojo, sin limitaciones físicas o atención especial.
II. LAS LECCIONES
1. Un gran logro es la consecuencia de un largo proceso
Yo no me levanté una mañana y corrí la Maratón. Antes tuve que:
- Correr con mi papá
- Correr mis primeros 5 km
- Correr mis primeros 10 km
- Correr mis primeros 15 km
- Correr mi primera media maratón (21 kilómetros)
- Correr semanalmente, por lo menos, 21 kilómetros
Es decir, todo proyecto acabado siempre lleva implícito un proceso: largo, mediano o corto. Por esa razón, pienso que es fundamental no restar importancia a los hábitos diarios. Al final, la suma de pequeñas acciones nos llevará siempre hacia algún resultado.
Yo empecé este proyecto de correr mi primera maratón saliendo a trotar a regañadientes con mi papá. Estaba en el colegio. Posteriormente, empecé sola a salir a correr. Estaba en la universidad. Luego, eso me llevo a darme cuenta que había gente que corría carreras y me pareció interesante hacerlo, así que empecé en esto.
Desde entonces, el running se ha convertido para mí en una especie de “terapia” semanal en donde transpirando y desconectándome por unos minutos de la rutina que llevo, no solo me mantengo en forma, también me inspiro para escribir, me desestreso e, incluso, hago una actividad que me permite mantener un equilibrio entre mi trabajo y mi vida personal.
Ahora, si usted es de los que no empezó a hacer ejercicio desde muy joven, no se desanime. Lo importante es tomar la decisión de empezar. Y cuando vengan los días en donde se pierda el hábito del ejercicio, es vital no echar todo por la borda. Siempre se puede volver a comenzar. Se lo digo por experiencia propia.
2. “Levántate, vístete y ve por ello”
Un día leí esa frase en internet. Me gustó mucho porque la apliqué cientos de veces preparándome para correr los 42 kilómetros.
Hubo días en donde no tuve energía para entrenar. Me sentí cansada. Al lado de este pasatiempo, también tengo otras responsabilidades que me exigen tiempo y dedicación. Sin embargo, el tener esta frase en mente me dio el impulso perfecto que necesité durante esos “días críticos” para ponerme mis tenis y salir a correr. La sensación al final de esos entrenamientos era de gran satisfacción: cumplir con haber tomado la decisión de hacer ejercicio, en esos días en específico, me hizo sentir menos lejos de mi objetivo.
3. Debo usar los recursos que tenga a mi alcance para mantenerme motivada
Como seres humanos, somos complejos. Los sentimientos van y vienen. El entusiasmo surge, se evapora y luego regresa. Es decir, hay días en los que uno se siente 100% motivado. Hay otros en los que no. Por esa razón, pienso que uno mismo debe ser su principal aliado. Las siguientes herramientas me ayudaron a mí a mantenerme enfocada en perseguir mi objetivo.
– Las redes sociales: En Instagram y Facebook empecé a seguir cuentas que generan contenido relacionado con el running. Hay personas que entendieron que existen muchas otras buscando a diario un elemento externo que los motive a entrenar. Por eso han creado comunidades en donde la actividad física es el tema en común. Yo recomiendo buscarlas y seguirlas. Ver una foto o un video puede hacer la diferencia en un día en donde no hay energías para entrenar. En YouTube también existen muchos canales en donde se pueden aprender muchas cosas respecto a este tema (consejos de alimentación, estiramiento, ejercicios) de forma gratuita. Incluso, hay personas que comparten sus experiencias deportivas.
– Los Post it : Estos cuadrados de papel que pueden adherirse a casi cualquier superficie me ayudaron. Utilicé varios de ellos para escribir frases motivacionales. Después los pegaba en lugares que son diariamente indispensables para mí: la pantalla de mi computador, por ejemplo. Tener al frente mío esa pequeña nota me dio varios impulsos y me mantuvo enfocada en perseguir mi objetivo.
– Compartir a otros el propósito : Cuando le conté a personas cercanas que me estaba preparando la Maratón de París, sentí que no solamente me programaba neuro-lingüísticamente para seguir adelante con mi entrenamiento. Asimismo, eso me permitía después hacer una “rendición de cuentas” ocasional cuando me preguntaban cómo iba con mi proceso. Por lo tanto, compartir a otros mi propósito me ayudó bastante. Es meterse a sí mismo un poco de presión, pero al final funciona.
4. Hay que escuchar al cuerpo cuando él hable
Si bien yo siempre quise lograr correr 42 kilómetros, existieron días en los que simplemente no entrené. Me sentí agotada. Muy agotada. Esto ocurre. Es normal, si es ocasional (es anormal, si el cansancio dura semanas).
Sin embargo, hubo otras ocasiones en donde sí apliqué el consejo de Jocko Willink: cuando me sentí agotada, me esforcé ese día y entrené. Solo hasta el día siguiente descansé si seguía sintiéndome cansada, porque solo así supe que mi cuerpo realmente me lo estaba pidiendo y no se trataba de la falta de motivación – o de la pereza – que puede surgir en cualquier proceso que se vive para lograr una meta.
5. Es inteligente buscar el consejo de otros que ya vivieron la experiencia
Si yo no hubiese encontrado el grupo de Facebook de la Maratón de París, no me hubiese enterado de muchos detalles de la carrera y no habría podido leer toda la información valiosa que encontré.
Recuerdo que un día pedí que me recomendaran las 5 mejores opciones de alimentos para consumir durante un entrenamiento que implicara correr de 12 a 20 kilómetros. Más de 90 personas me respondieron. Toda esa información fue valiosa. Abrieron mi perspectiva a soluciones que nunca habría imaginado. En particular, descubrí que, para mantener los niveles apropiados de glucosa en la sangre durante ese tipo de entrenamientos, podía optar por consumir dátiles o compotas para bebé, en lugar de geles energéticos.

Por lo tanto, el contactar a personas que ya hayan vivido la experiencia es una gran ventaja. También lo es el simple hecho de compartir con gente que esté viviendo el mismo proceso. No siempre hay que permanecer solo. Es aconsejable informarse.
6. Siempre será necesario invertir y decir “no”
Mi anhelo de participar y terminar la Maratón requirió que yo reacomodara mis prioridades.
Por un lado, tuve que usar mi tiempo de una forma más inteligente. Lograr objetivos como este lleva implícitos sacrificios. Yo no dejé de trabajar, de estudiar mi posgrado o de pasar tiempo de calidad con mi familia durante mi preparación para la Maratón. Más bien, dejé de hacer cosas que me hacían perder tiempo durante el día. Y, por supuesto, tuve que asignar por lo menos 1 hora a los tres o cuatro entrenamientos que hacía por semana.

Por otro lado, tuve que decir “no” a ciertas cosas. Por ejemplo, a dormir hasta tarde o a trasnochar mucho; a ver videos de maquillaje o de moda, para ver más videos sobre cómo correr mejor o sobre consejos para correr una maratón.
Pienso que hay que hacer todo lo anterior cuando se trata de cumplir cualquier meta que uno tenga en la vida. Si usted quiere que pase algo nuevo, tiene que empezar a hacer las cosas de forma diferente. De lo contrario, usted seguirá obteniendo lo mismo de siempre. Hay que salir de la zona de confort. Hay que incomodarse. Hay que actuar diferente. Al final, todo valdrá la pena. Usted fortalecerá ciertas disciplinas. Sentirá que el tiempo pasa y usted vive la vida, y no que la vida solamente está pasando.
7. Hay que abrir paso a un nuevo estilo de vida
Durante mi preparación mantuve aquellos hábitos que me ayudaban a alcanzar mi objetivo. Pero, también cultivé otros que me ayudaron mucho. No consumir alcohol, comer la mayoría de veces saludablemente, no fumar, tomar jugos verdes, dormir entre 5 y 7 horas por noche, consumir proteína en todas mis comidas, hacer ejercicio entre tres y cuatro veces por semana, fueron algunos de ellos. Esto fue inevitable y, en cierto sentido, hasta obligatorio. De hecho, es una aplicación de la lección anterior (« para lograr algo nuevo hay que hacer las cosas diferente »).

8. No soy una víctima. Adiós drama
Muchas veces pensé “Pobre yo. Va a llover/está haciendo frío y mientras otros ven películas/comen lo que quieren [etc., usted ponga aquí cualquier queja] yo debo salir a correr, porque si no lo hago, no lograré terminar la Maratón”. Pero después, el día de la Maratón, me di cuenta que nunca fui la única persona en hacerlo.
En el mundo, hay muchos hombres y mujeres trabajando todos los días por ser una mejor versión de sí mismos. Por eso, aprendí a dejar el drama y el papel de víctima. Le aconsejo cumplir a diario con la cuota que a usted le corresponda para alcanzar su objetivo. La satisfacción llegará cuando inevitablemente usted empiece a ver los resultados de muchos días de esfuerzo. En mi caso, tras el aplazamiento y la incertidumbre que provocó el coronavirus, al final sí llegó el día de la Maratón. En su caso, también llegará el día que usted anhela vivir, si hoy usted está haciendo su parte. Es decir, la incomodidad y el sacrificio son temporales. Recuérdelo. Esa meta va a ser alcanzada solo si usted no se rinde en el camino.

9. Los sueños no tienen fecha de caducidad. Hay que cumplirlos contra viento y pandemia
La manera en como finalmente ocurrió la Maratón me dejó una última lección: vale la pena vivir un día a la vez disfrutando el camino hacia la meta. El coronavirus fue una sorpresa. Cambió todo a pocos meses de haberme inscrito. Por un momento pensé que no iba a cumplir mi objetivo de correr mi primer maratón.
Sin embargo, sirvió el haber persistido con mis entrenamientos, aunque no viese “la luz al final del túnel”. Ellos no solo fueron una buena estrategia contra la ansiedad que ocasionaron los confinamientos en Francia. También me permitieron aceptar con más seguridad la propuesta de participar en la doble edición que finalmente se llevó a cabo el 17 de octubre de este año. Al final, sea mucho o poco el tiempo que lleve a cabo terminar un proyecto, hay que aferrarse a él y seguir sin desistir. Si se quiere algo, hay que ir por ello. Punto final.

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Te amo, mamita linda! Amén.
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